El cofre de Perote, en Veracruz, y el mito catalán de Pere Boter

Imágen del volcán El cofre de Perote, en Perote, México.

El cofre de Perote es un volcán situado en el estado mexicano de Veracruz, en la zona de encuentro del Eje Neovolcánico con el extremo sur de Sierra Madre Oriental. Con sus 4.200 metros sobre el nivel del mar, El Cofre de Perote está considerada como la octava montaña más alta de México.

El nombre del volcán relaciona con el de la vecina población de Perote, uno de los 212 municipios del estado de Veracruz. El nombre indígena de la montaña, Nauhcampatépetl, en náhuatl, significa piedra cuadrada y, efectivamente, define muy bien la morfología de su cima, tan singular. Pero del supuesto nombre en español, El cofre de Perote, no podemos dejar de sospechar que es una traducción de la lengua catalana.

Perote, topónimo español o catalán?

Perote nos parece un topónimo construido a partir de una traducción literal del aumentativo catalán Perot, derivado del nombre própio catalán Pere (Pedro) o del nombre catalán de la fruta pera (un perot, en catalán, sería una pera grande). Si fuera una palabra española, derivada de Pedro, debería decir Pedrote. Y si viniera de la española Piedra, debería ser Piedrote, pero no Perote.

También el término Pera, en catalán antiguo significa Piedra, tal y como encontramos en los topónimos catalanes Peralta (piedra alta) o Peratallada (piedra cortada), por poner unos pocos ejemplos. En este sentido, Perote, derivado de Perot, podría significar una piedra grande, que efectivamente se aviene con el Cofre de Perote de Veracruz, que es una piedra de dimensiones colosales en la cima del monte.

Y a pesar que consta en el diccionario español el término Pero, como una variante de Pedro, hay que decir que es una forma poco habitual que también parece derivar del catalán Pedro, y no del latín Pirum, como nos quieren hacer creer. Perote, en español, también podría relacionarse con el nombre de la fruta pera, significando una pera grande. Incluso los diccionarios de lengua española mencionan pero como una fruta. No obstante, lo habitual en esta lengua es decir Perón o Peraza para hacer el aumentativo de pera, y no Perote.

En cuanto a la etimología oficial del topónimo, se nos dice que Perote aparece en diferentes documentos y que es un término que proviene del español, es decir, un aumentativo de Pero, equivalente al nombre Pedro, es decir, Pedrote. Y respecto a la fundación de la ciudad de Perote, hay una leyenda de la zona que explica que un tal Pedro, hombre de gran altura y fortaleza, a quien los vecinos solían llamar familiarmente por su aumentativo, Pedrote, acabó siendo llamado Perote. Este Pedrote tenía una venta o hostal en la localidad. No olvidemos esta figura forzuda, con reminiscencias mitológicas, tan interesante porque más adelante la volveremos a encontrar.

También se nos asegura que, del año 1525, se encuentran datos históricos de este personaje gigantesco llamado Pedrote, dado que en el Capítulo de la Ciudad de México, se dispuso que se levantaran ventas en todo el trayecto comprendido entre la vieja Tenochtitlan y Veracruz, y hasta Pinahuizapan, hoy ciudad de Perote, donde se sabe que hubo un hostelero llamado Pero Hernández, que nos quieren hacer creer que es el Perote del topónimo.

No obstante, nosotros vemos otras posibilidades más interesantes para explicar el nombre de esta ciudad, relacionadas con la montaña y, curiosamente, con la mitología catalana, que seguro conocían bien los primeros colonizadores catalanes, y no castellanos, de la región. Y así, volviendo al nombre del volcán, creemos que el término cofre podría hacer referencia a la gigantesca roca cuadrada que culmina esta montaña, similar a una caja o cofre. Vamos a ver si la cosa va por ahí ...

El cofre de Perote y El espinazo del diablo.

Tratándose de un volcán, podría ser que el nombre refiera a la leyenda de Pere Boter, un demonio própio de la rica y antigua mitologia catalana con el que, todavía hoy, se asusta a los niños diciendoles: 'si no te portas bién, acabarás en las calderas de Pere Boter'. Habitualmente, a Pere Boter o Perot, que es otro de sus nombres, lo encontramos como un personaje demoníaco de las populares representaciones navideñas catalans llamadas 'Els Pastorets' (Los Pastorcillos). Y en estas representaciones cómicas, se asocia al demonio Perot con unas calderas o unas botas, que en catalán significa 'barricas' o 'toneles', que arden con los pecadores condenados dentro, en un escenario infernal de fuego y azufre.

Esta bota o caldera podria relacionar con El cofre de Perote. La palabra 'cofre', española, también lo es catalana. Y, como hemos dicho, puede ser un sinónimo de 'caldera', para definir un contenedor gigantesco de lava como vemos a menudo en algunos volcanes en erupción. La cima del volcán, tal vez rodeada de humo, pareció a los primeros exploradores catalanes una caldera o cofre del demonio Perot.

Precisamente esta palabra 'caldera', tan asociada al demonio Perot en la mitología catalana, también tiene su significado en geología y en vulcanología, refiriendo a la cavidad de gran tamaño, aproximadamente circular, que corona los volcanes. Este término se suele confundir con el de cráter volcánico que, en sentido estricto, es la depresión circular en el vértice de un cono volcánico. Hoy no parece que la roca de la cima del volcán El cofre de Perote sea una caldera volcánica, aunque este es un tema deberia determinar un geólogo, pero tampoco sabemos qué aspecto tenía en el siglo XVI, cuando los exploradores lo vieron por primera vez.

Vista del trayecto final llamado El espinazo del diablo, que conduce a El Cofre de Perote.

Una prueba que nos indicaría que el nombre de Perote puede relacionar con la figura diabólica catalana de Perot lo encontramos en el nombre que recibe la escalera de piedra que hay en el tramo final de su ascensión llamada, todavía hoy, El espinazo del diablo. Es la pasarela de piedra que permite acceder al cofre o caldera del volcán.

Sería de utilidad comprobar si cuando los primeros exploradores catalanes visitaron estas tierras, con Ferrán Cortés y, como parece, se establecieron en esa villa, el volcán aún estaba activo. Probablemente, en Cataluña ya existía la tradición de relacionar las cimas de los volcanes con las calderas infernales de Perot y, al encontrar el volcán mexicano de cima cuadrada, asociaron el topónimo a la leyenda.

Perot, Pere Boter o Pere Porter

En la mitología catalana, un Perot es también un duende travieso o follet, palabra catalana, esta última, que deriva de foll (loco), un adjetivo muy asociado al demonio. El follet, o duende en español, es un personaje que recibe diversos nombres según las comarcas de habla catalanas y según sus características específicas, como por ejemplo perot, cerdet, donyet, (d)uendo, boget, dimoni boiet, homenet, caterineta, millet, familiar, familiano, minairó o el occitano y travieso gripet, fantasti o truffandenc. El catalán y el occitano són la misma lengua o, como dicen los académicos, son dos lenguas gemelas. En Europa central, estos seres reciben otras denominaciones, como Goblins o gnomos.

Las entidades estaban siempre vinculadas a las casas y guardaban cierta relación con los lares o dioses familiares, unas divinidades del panteón pagano a las que se hacía ofrendas como protectores del hogar y de sus integrantes. Sin embargo, con la llegada del cristianismo como religión oficial, su culto fue perseguido y las criaturas divinas adoptaron la forma de diablillos o de pequeños hombrecillos que asustan y que viven escondidos en las casas.

En este sentido, el mitólogo Francesc Gisbert, en su libro Màgia per a un poble (2010) , nos cuenta que PerotPerotet o Perot el Negrot es un asusta-niños de la cultura popular en el País Valenciano, definido también como "un hombrecillo imaginario o gnomo" por el folklorista Enric Valor. En los cuentos recogidos por este último investigador, aparece considerado como una especie de duende que habita dentro de la caja mágica de las Caterines. Esta caja mágica podría relacionar con los calderos mágicos y legendarios y, quién sabe, si también con El Cofre de Perote.

Respecto a Perot el Negrot, nos cuentan que hace referencia a un forzudo legendario que aparece en los cuentos de la población de Xàtiva, en la Marina Alta valenciana. Aunque lo conocían como Perot, su apodo era El Negrot (el negrón o negrote), pues tenía unos ojos, piel y pelo bien negros, como suele ocurrir con algunos demonios, que representan al Sol viejo o Sol negro, que es también es el Sol de invierno o, simplemente, la representación del Invierno o de la Navidad.

Su fuerza permitía a Perot hacer todos los trabajos del campo en un santiamén, aparte de ser un glotón insaciable. Y en el paralelismo de este personaje mítico con el invierno, hay que pensar que el frío invernal todo se lo come, de ahí su glotoneria, y que, además, antiguamente, el frío dejaba a los campesinos con hambre, especialmente si había sido un año de malas cosechas.

Este forzudo Perot, en todo caso, que realiza todas las labores del campo, nos recuerda al forzudo Pedrote o Perote de la leyenda mexicana que nos cuenta la fundación de la población.

Representación medieval de la caldera de Pere Boter, señor de la muerte, cocinando las almas condenadas.

Pero la figura infernal de Perot va mucho más allá y relaciona, sobre todo, con el Padre Sol o dios Sol que, en su ciclo anual eterno, a partir del solsticio de verano, comienza a envejecer y se transforma en el Pare Vell (Padre viejo), en el Pare Nadal (Padre Navidad o Papa Noel), en el Parot (Padrazo) en El Vell (El Viejo), o El Vellot (El Viejote), que recoge el libro del historiador y folclorista Jordi Bilbeny, titulado La sardana o la religió de les bruixes (2015). Este personaje astral, acabará muriendo, inexorablemente, cada solsticio de invierno en Finisterra, Galicia, donde pasará al inframundo, a través de su descenso en las aguas oceánicas atlánticas.

Así, vemos que la antigua religión astral o mito astral catalán, origen de muchas otras creencias repartidas por todo el mundo, se nutre de la importante figura mitológica de Perot. Este Perot, o Sol negro o Sol de invierno o Sol débil (devil en inglés significa demonio), que se corresponde con las figuras del dios Anubis de la mitología egipcia, del dios Hades de la mitologia griega, del dios Saturno de la mitología romana o del Satán de la mitologia cristiana, que como Perot o Parot, también son señores del infierno invernal, de la oscuridad y de las profundidades de la tierra o del inframundo.

El nombre popular de Pere Boter, como es más conocido en Cataluña, puede referir al uso que el personaje hace de un bote o una bota (barril). Un boter, en catalán, es quién fabrica barriles o quien fabrica o conduce botes por el mar o por un río. Y aquí, tanto podemos considerar que la bota sustituye a la caldera (tan relacionada con el caldero mágico de los celtas), es decir, a un barril donde el demonio cocinaba las almas condenadas, como pensar que refiere a una bota o bote de navegar.

En este segundo caso, la figura mitológica relacionaria, entonces, con el barquero Caronte, de la mitología griega, avatar del dios solar viejo, del año viejo o del señor de la muerte y del inframundo, quién ayuda a pasar a las almas de la vida a la muerte y de la muerte a la vida, al igual que ayuda a pasar de un año a otro al Niño Solar o Niño Dios.

Como también lo hace el personaje bíblico catalán y cristiano San Cristòfol (que traducido seria San Cristo-Loco), que no es más que el mismo dios solar viejo asociado al demonio loco, señor del juicio de las almas. Es decir, que nos encontramos delante de lo que los mitólogos llaman un personaje Psicopompo o guía de las almas. Así pues, el personaje mitológico de Pedro Boter también es un conductor o barquero de las almas de los muertos.

Como suele ocurrir con estos relatos religiosos, un autor anónimo, probablemente católico, terminó recogiendo por escrito el recuerdo de este personaje mitológico, pero le sustrayó su carácter divino. Es decir, lo humanizó, para convertirlo en un simple mortal que, en el libro, interactuará con el demonio cristiano. Este esfuerzo de humanización por parte del autor, nos confirma que la creencia popular en la figura de Perot o Pere Boter estaba muy extendida y arraigada entre los catalanes no tan antiguos.

Portada del libro Viatge a l'infern d'en Pere Porter.

Los volcanes y la puerta del infierno

Así, tenemos que en el relato anónimo titulado Viatge a l'infern d'en Pere Porter (Viaje al infierno de Pere Porter), publicado por primera vez a inicios del siglo XVII, aparece la figura de Pere Boter, y se la transforma en Pedro Porter (que si traducimos el nombre al español seria Pedro Portero o Pedro Portador), en clara referencia al portador de las almas (portero = portador). Este es un proceso similar al que sufre la figura de San Cristòfol, de la que ya hemos hablado, que los sacerdotes católicos convertirán y helenizarán en Cristo-phoros, el Portador de Cristo, entendiendo a este Cristo como el Niño Dios o nuevo año solar o sol joven, transportado por la figura mítica cristiana de San Cristóbal. A su vez, el nombre de este santo coincide con el del almirante catalán Cristòfol Colom (Cristóbal Colón), que descubrió i exploró América, por cierto, y transportó, en un simbolismo evidente, a través del mar, la religión cristiana.

En todo caso, en esta cábala o refrito mitológico que son todas las religiones, este tipo de personajes siempre conservan su carácter de jueces y portadores de las almas. Y en los juegos de palabras cabalísticos, que siempre estan tan bien trazados, Porter también se deduce que refiere al vigilante de La puerta del infierno. Porque Perot, al igual que el viejo Caronte, o el Can Cerbero, es el portero o vigilante de la entrada y de la salida de las almas del inframundo.

Y esta puerta del infierno, con demasiada frecuencia, se identifica en las leyendas con un volcán. Esto es así  porque los grandes picos siempre han sido asociados al hogar de los dioses (Olimpo, Ararat, Sinaí, Fuji, Montserrat, Canigó, Acongaua, Sierra Madre y tantos otros montes en todo el mundo), y en su magnificencia, los volcanes son el escenario ideal, de azufre y lava, para las divinidades demoníacas, especialmente en la concepción cristiana del infierno.

Y tenemos así que, por ejemplo, el pozo o cráter de Derweze, un volcán de gas situado en Turkmenistán, también es conocido como La puerta del Infierno. Y que en la edad media, los islandeses, llamaban al volcán Hekla como La Puerta del Infierno. Y que el volcán Erta Ale, en Etiopía, con 613 metros de altitud, el más activo del país, se caracteriza por tener un lago de lava en el cráter y, quizás por esta razón, en el ámbito local se le conoce como La puerta del infierno. La lista sería interminable.

Además, esta figura del demonio Porter, que vigila la puerta del infierno con la ayuda del cánido Cervero, qué duda cabe que también relaciona con el personaje de la mitologia cristiana catalana de Sant Roc (San Roque), siempre acompañado de su perro, figura tan bien estudiada por Jordi Bilbeny. Y esot, a su vez, se ve representado también en los retratos cinocéfalos bizantinos de San Cristóbal, donde aparece el santo con cabeza de perro, tal como ocurre con los dioses egipcios Anubis y Set, ambos señores de la muerte con rostro de cánido. Esta sería la síntesis, en una sola figura, del perro guardián y de su dueño que encontramos en la mitología catalana.

Així, como decíamos, el libro sobre Pere Porter, nos humanizan el protagonista mitológico Perot o Perote, y, como en el mito mexicano, nos lo asocia a un supuesto personaje histórico, en este caso de de la villa catalana de Tordera, un tal Pedro Portes (que traducido seria Pedro Puertas), de quien nos cuentan que fue juzgado por la Inquisición y excomulgado. Su vida estará rodeada de misterio y, como no podía ser de otra manera, se confunde con la leyenda, de forma que no se sabe dónde empieza una y termina la otra. Y en esta densa neblina, la historia describe el viaje de Pere Porter o Pere Portes, durante treinta y siete días, por el mundo de los muertos, que tiene la entrada por el lago de Sils, en Cataluña, y la salida por Morvedre, en el País Valenciano. Pere Porter se convertirá, así, en una especie de Orfeo catalán, teniendo en cuenta que en el mito griego, Orfeo encantó a Caronte y al Can Cerbero para poder regresar al mundo de los vivos a su amada Eurídice, a quien perdió definitivamente en su viaje de regreso.

Y precísamente, como decíamos, el relato de Pere Porter, nos sitúa la salida del infierno en la antigua villa de Morvedre, hoy Sagunt, en el Pais Valenciano, lugar donde, casualmente o no, encontramos la Sierra de la Calderona, que otra vez refiere al caldero o cofre, y con una fisonomía de rocas muy similar a la de El Cofre de Perote mexicano, que ya hemos visto que también podría tener un nombre relacionado con el mito infernal de Las Calderas de Pere Boter.


Otros artículos:

· Los adivinos galos Vat y el origen del Vaticano

Comentaris

  1. Anònim26.3.24

    no seas wei, viene de piros = fuego, y si fuera por pedro vendria del valenciano no del catalan, ustedes son una sublengua del occitano, y ahora resulta... anda ya

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